
«Niña Emberá hospitalizada, mientras Colombia debate ‘usos y costumbres’, una menor llora en silencio. Y el Estado, cómplice por acción tardía, sigue midiendo el dolor con calendarios de impunidad.»
¡BASTA! El grito de la niña Emberá que Colombia no puede ignorar
El video más cruel que usted verá hoy no está en una película de terror. Está en su teléfono. En redes sociales. En nuestra vergüenza colectiva. Una niña indígena de no más de 12 años cuelga atada como un animal mientras dos hombres la golpean salvajemente con palos. Sus gritos desgarradores se mezclan con las risas de sus verdugos. Esto no ocurrió en la selva. Pasó en pleno 2024, en el resguardo Emberá Chamí de Risaralda. Y lo peor: podría volver a pasar ahora mismo mientras usted lee esto.
El horror en HD: lo que el video muestra
Cada fotograma duele. La niña pierde el conocimiento y los golpes continúan. Un niño de 5 años observa, aprendiendo que la violencia es normal. Una mujer tapa parcialmente el cuerpo de la menor, pero no detiene el martirio.
Según médicos forenses consultados, las lesiones evidencian dolor extremo prolongado. Pero ningún informe captura su trauma psicológico: las pesadillas que la harán despertar gritando por años. Hoy, bajo protección del ICBF, recibe terapia. ¿Pero cómo se cura lo irreparable?
Las dos Colombias: justicia desigual
Mientras en Bogotá un padre recibe cárcel por pegarle una nalgada a su hijo, en los resguardos:
- 87% de casos de maltrato infantil quedan en justicia comunitaria (Defensoría del Pueblo, 2023).
- Solo 1 de cada 10 denuncias llega a fiscales.
- 60% de mujeres Emberá reportan violencia doméstica y callan por miedo.
«Es nuestra tradición», alegan algunos líderes. Pero pregúntese: ¿Qué tradición digna necesita de los gritos de una niña para sostenerse?
Jurisdicción especial o impunidad disfrazada
Los agresores están identificados. La Fiscalía podría procesarlos hoy, pero primero debe consultar a la comunidad. Mientras tanto, la niña ve cómo sus verdugos caminan libres.
Organizaciones internacionales lo advierten: «Cuando se prioriza la autonomía indígena sobre los derechos de los niños, se comete un crimen de omisión» (UNICEF, 2024).
Y mientras el país debate si intervenir o no, los agresores siguen ahí. Respiran el mismo aire que su víctima. ¿Eso es justicia intercultural?
Testimonios que hieren
«A mi hermana la ‘corrigieron’ así a los 9 años. Hoy tiene 35 y todavía se despierta gritando» — Mujer Emberá (Pueblo Rico, 2023).
«Atendí a la niña. Sus heridas físicas sanarán. Las otras necesitan justicia» — Médico forense (bajo anonimato).
No es un caso aislado. Es un patrón. Un grito que no escuchamos porque ocurre en lenguas que no entendemos, en lugares donde no votamos, en cuerpos que no nos representan.
Soluciones urgentes
- Cárcel real para los agresores, no trabajos comunitarios.
- Brigadas médicas y psicológicas permanentes en resguardos.
- Educación con enfoque de género en lenguas nativas.
- Que el ICBF intervenga sin pedir permiso.
Y sobre todo, que se rompa el pacto de silencio. El que calla también golpea.
La cultura no puede ser excusa
La directora operativa de Salud Pública de Risaralda, Litza Fernanda Roldán, habló en W Fin de Semana y entregó detalles del estado de salud de la menor.
“Apenas hicieron el llamado, hicimos una ruta inmediata y fue trasladada al Hospital Santa Mónica, allá llega con signos vitales, heridas en miembros superiores e inferiores, pero su estado de salud es estable”.
La menor, que fue colgada de un techo de una vivienda está teniendo acompañamiento permanente y seguimiento psicológico, pues su salud mental fue altamente afectada.
Aunque la directora operativa menciona que este tipo de actos son doctrinas de la comunidad y culturas que ellos practican, fue enfática en que “nada justifica la agresión y la violencia hacia una mujer ni a un menor”.
Insisto: La cultura no puede ser excusa
Una cosa es respetar la diversidad étnica. Otra, legitimar la tortura como forma de crianza. Nadie pide imponer modelos externos, pero sí establecer un piso común: el cuerpo de una niña no es territorio cultural. Es un ser humano. Punto.
La Corte Constitucional ya lo ha dicho: los derechos de los menores están por encima de las normas internas de cualquier comunidad. Pero en la práctica, esa jerarquía es letra muerta en muchas zonas. Las visitas del Estado son fugaces, simbólicas, de trámite. Vuelven a Bogotá con informes, no con soluciones.
El Estado: ausente o encubridor
¿Dónde estaba el Estado antes de que alguien filmara el horror? ¿Dónde están los entes de control? ¿Por qué el Ministerio del Interior no exige una actuación inmediata? ¿Por qué la Procuraduría guarda silencio?
Hay una línea muy delgada entre respetar la autodeterminación y tolerar la barbarie. Y Colombia la cruza todos los días.
Usted no es inocente
Compartir este artículo es importante. Pero hoy le propongo algo más difícil:
- Exija a su alcalde un plan contra la violencia infantil indígena.
- Done a organizaciones que trabajan en terreno.
- Eduque a sus hijos: ninguna cultura justifica el dolor.
También exija a los medios que no suelten el tema en tres días. Que no conviertan a la niña en una nota viral más, entre una pelea política y una influencer escandalosa. Que no le pase lo mismo que a tantas otras niñas: ser noticia por un rato, olvido para siempre.
La niña Emberá sobrevivió. Pero cada día sin justicia, es como si esos palos siguieran cayendo. ¿Hasta cuándo?
Este no es solo un caso indígena
Es un espejo del país. Un país que permite que la violencia se herede como si fuera un apellido. Donde el derecho a no ser torturado depende del código postal, del color de piel, de si se habla español o lengua ancestral.
Hoy es la niña Emberá. Ayer fue el niño wayuu muerto por desnutrición. Mañana será otra menor afrodescendiente violada por un padrastro intocable. Y pasado mañana será su hija. Porque los derechos que no se garantizan para todos, terminan por no valer para nadie.
Colombia tiene una deuda histórica con sus pueblos indígenas. Pero también tiene una deuda ética con sus niños. Esa balanza está desequilibrada. No más. Basta.
Alberto Saavedra
Opinion
Periodista
para Noticolombia.net
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