
Una operación de inteligencia militar en el Cauca, logró la captura de alias Mono, señalado como cabecilla de la estructura Andrés Patiño de las Farc.
Este sujeto había sembrado el terror en el sur del Cauca, especialmente en los municipios de Balboa, Argelia y El Plateado, donde se atrincheró por años.
Una sombra armada que azotó al Cauca durante años
La estructura Andrés Patiño es una de las más violentas y crueles de las disidencias que operan bajo el mando de Iván Mordisco.
Alias Mono no solo comandaba, también ejecutaba acciones que dejaban miedo, muerte y desplazamiento en comunidades enteras arrinconadas por la guerra sin nombre.
Con su accionar delictivo, alias Mono se convirtió en un objetivo prioritario de las fuerzas militares y de inteligencia que lo seguían desde hace varios meses.
Tenía bajo su mando decenas de hombres armados, responsables de hostigamientos, atentados, asesinatos selectivos y tráfico de armas y drogas en la región.
Leer: ¿DIA DE LA INDEPENDENCIA?
El cerco final en Popayán
La captura se logró en una vivienda del barrio Alfonso López, en Popayán, donde Mono intentaba ocultarse tras la fachada de un ciudadano común.
No fue una detención fortuita. Fue el resultado de una operación milimétrica basada en seguimientos, infiltración y cooperación entre fuerzas especiales del Ejército y Policía.
Durante el procedimiento, alias Mono no opuso resistencia. La sorpresa fue total. Sabía que estaba cercado, pero jamás pensó que llegarían tan cerca.
Su mirada reflejaba el peso de los años en la clandestinidad, el miedo de los cobardes que se sienten valientes solo cuando tienen un fusil.
Para los habitantes del sur del Cauca, la caída de alias Mono no es solo una noticia, es un respiro contenido durante años.
Cada campesino desplazado, cada niño sin escuela, cada líder asesinado llevaba en silencio la marca invisible de la estructura Andrés Patiño y su jefe despiadado.
Familias enteras fueron obligadas a abandonar sus parcelas. Los cultivos de pancoger fueron reemplazados por minas, coca y muerte.
Alias Mono no solo disparó armas, disparó el miedo en las madrugadas y la desesperanza en los almuerzos vacíos de tantos hogares caucanos.
La captura de alias Mono en el Cauca, integrante clave de la estructura Andrés Patiño, confirma que las operaciones conjuntas siguen desmantelando las redes criminales más temidas. La noticia fue reportada también por medios nacionales, como X, lo que refuerza la magnitud del operativo.
El sufrimiento no se borra con una captura
Aunque hoy celebran algunos pobladores el fin de su dominio, otros temen represalias. El vacío de poder puede ser ocupado por otro siniestro actor.
La violencia en el Cauca es como una serpiente herida: cuando pierde la cabeza, la cola sigue golpeando con furia ciega y rabiosa.
Por eso, muchos líderes piden no bajar la guardia. La paz no se firma con capturas. Se construye con inversión, justicia y presencia estatal permanente.
Mientras tanto, el silencio en los caminos de Balboa se siente raro, como si el monte respirara diferente, sin la amenaza invisible de siempre.
Leer: David Esteban de 14 años vilmente asesinado
Las autoridades destacan el golpe
El presidente Petro no dudó en calificar la captura como un logro contundente del Estado contra las disidencias que persisten en el negocio del narcotráfico.
La Fiscalía también celebró el resultado, anunciando que alias Mono responderá por múltiples delitos, entre ellos concierto para delinquir, homicidio agravado y desplazamiento forzado.
El general Helder Giraldo, comandante de las Fuerzas Militares, aseguró que la captura es una muestra de que la inteligencia sí da resultados.
Afirmó que el país necesita recuperar la confianza y la tranquilidad, y eso solo se logra cuando los jefes criminales pagan por su historia de horror.
Los rostros detrás del nombre
Alias Mono no tiene rostro oficial. En la selva, los nombres reales se borran y los apodos se convierten en mitología de sangre y violencia.
Pero cada acción suya tuvo víctimas con nombres reales: campesinos humildes, jóvenes sin futuro, madres solas, líderes comunitarios con la voz acallada por balas.
En Argelia todavía recuerdan las noches donde nadie dormía. En El Plateado, muchos padres entierran a sus hijos sin saber si llorar o resistir.
Y en Balboa, el rumor de su caída corrió como pólvora entre cafetales, con el sabor amargo de la justicia tardía pero necesaria.
Leer: 24 golpes poderosos a la minería ilegal
¿Un paso hacia la paz o apenas un respiro?
La pregunta no se hace esperar. ¿Qué sigue ahora? ¿Cuántos monos más hay en la selva, al acecho, listos para reemplazar al capturado?
¿Se romperá por fin el ciclo del miedo, o es solo una pausa en una guerra sin fin que consume generaciones enteras sin respuesta del Estado?
El sur del Cauca necesita más que titulares. Necesita inversión, salud, educación, oportunidades para jóvenes y garantías para que nadie más tome un fusil.
Solo entonces la captura de alias Mono dejará de ser una excepción para convertirse en la norma de una nueva Colombia que no se rinde.