
Una ofensiva brutal de las disidencias de las FARC golpeó seis municipios del norte del Cauca en la madrugada del domingo, dejando un policía muerto, cuatro uniformados heridos y comunidades enteras sometidas al terror del fuego cruzado
La Noche que el Cauca Volvió a Sangrar
El departamento del Cauca vivió una noche de horror absoluto en las primeras horas del domingo 14 de septiembre de 2025. Una ofensiva coordinada y brutal de la estructura Dagoberto Ramos del Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las FARC atacó simultáneamente seis municipios de esta región que lleva décadas gritando por paz. Los hechos, que incluyeron hostigamientos con armas de fuego, colocación de artefactos explosivos y ataques directos a estaciones policiales, dejaron un saldo que indigna: un patrullero asesinado y cuatro uniformados heridos, además de daños materiales devastadores y el confinamiento de poblaciones civiles atrapadas en el fuego cruzado.
Esta ofensiva insurgente evidencia la capacidad criminal que mantienen las disidencias comandadas por alias Iván Mordisco, quien escupió sobre el Acuerdo de Paz de 2016 y ha fortalecido su presencia en esta región estratégica para el narcotráfico y otras economías de muerte. Los ataques ocurren en un contexto nacional donde la violencia armada sigue desangrando a Colombia, donde grupos como el EMC y el ELN han intensificado su guerra contra la fuerza pública y contra comunidades que sólo quieren vivir en paz.
Cronología del Horror: Seis Municipios Bajo Fuego Cruzado
Toribio: La Pesadilla que Nunca Acaba
En Toribio, los primeros estallidos de violencia comenzaron alrededor de la 1:30 a.m. cuando habitantes reportaron ráfagas interminables de fusil contra la estación de policía. La comunidad, con una resignación que debería avergonzarnos a todos, implementó protocolos de autoprotección mientras se refugiaba en sus viviendas. Testigos relataron entre lágrimas que los disparos se prolongaron por 45 minutos interminables, creando una atmosfera de terror que nadie debería experimentar.
Silvia: Cilindros Bomba y Miedo
En Silvia, el ataque incluyó no sólo disparos de alto calibre sino también la colocación de un cilindro bomba en la vía hacia Pitayó. Este artefacto de muerte obligó a las autoridades a cerrar completamente esta vía vital, estrangulando la movilidad de habitantes y el transporte de productos agrícolas que representan el sustento de familias enteras. Los equipos de desminado arriesgaron sus vidas para garantizar que la carretera no siguiera matando.
Caloto: Ataque Directo y Despiadado en la noche
La estación de policía de Caloto fue atacada salvajemente con ráfagas de fusil y armas de largo alcance. El ataque se prolongó por horas, según relataron habitantes que aún temblaban al recordar la noche de horror. «Los disparos no paraban, era como una lluvia de balas que nos tenía a todos aterrorizados», contó un habitante cuya voz quebrada delataba el miedo que aún sentía.
Santander de Quilichao: La Panamericana Sanguinaria
Uno de los puntos más críticos de este infierno coordinado se registró en Santander de Quilichao, donde la vía Panamericana -arteria vital del suroccidente colombiano- fue bloqueada con cilindros bomba en los sectores de El Llanito y La Agustina. Este bloqueo criminal afectó el transporte de mercancías y pasajeros entre Popayán y Cali, demostrando cómo el terror no conoce límites.
Corinto: Horas de Angustia
En Corinto, el hostigamiento contra la estación de policía urbana se prolongó por más de tres horas eternas, esta noche de madrugada, manteniendo en vilo a una población que ya ha sufrido demasiado. Los ataques intermitentes obligaron a los uniformados a mantener posiciones defensivas mientras esperaban refuerzos que nunca llegaban a tiempo.
Cajibío (El Carmelo): La Tragedia Más Dolorosa
El episodio más desgarrador de esta noche de horror ocurrió en la subestación de policía del corregimiento El Carmelo, en Cajibío, donde explosivos y disparos cobraron la vida del patrullero David Fabián Rodríguez Navarro y dejaron cuatro heridos entre el personal uniformado. El ataque, calculado y despiadado, incluyó el uso de explosivos que destrozaron las instalaciones policiales y las esperanzas de una comunidad.
Los Responsables: La Máquina de Muerte del EMC
La Estructura Dagoberto Ramos del Terror
Los ataques fueron obra de la estructura Dagoberto Ramos, perteneciente al Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las FARC, bajo el mando de alias Iván Mordisco. Este grupo, que escupió sobre el Acuerdo de Paz de 2016, mantiene su dominio de terror en la región gracias al control de rutas de narcotráfico, minería ilegal y extorsiones que ahogan a las comunidades.
El EMC ha perfeccionado su maquinaria de muerte en los últimos meses, incorporando tácticas de terror modernas que incluyen el uso de drones armados con explosivos y artefactos de destrucción masiva. Esta evolución del horror representa una amenaza existencial para las fuerzas de seguridad y para las comunidades atrapadas en medio de este infierno.
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Contexto Estratégico de la Barbarie en la noche del 14
La ofensiva parece ser una respuesta sangrienta a los operativos militares recientes del Estado colombiano en la zona, así como una demostración de fuerza para afianzar su control territorial mediante el terror. Analistas señalan que estos ataques coordinados buscan debilitar hasta el exterminio la presencia institucional en territorios que deberían ser santuarios de paz.
El Cauca, particularmente la región norte, representa un corredor de muerte para el narcotráfico hacia el puerto de Buenaventura y la frontera con Ecuador. El control de estos territorios permite a los grupos armados ilegales financiar su guerra mediante impuestos a la cocaína y otras actividades que destruyen el tejido social.
Consecuencias: El Precio del Terror
Víctimas y Heridos que Claman Justicia
El balance oficial de víctimas es un grito de dolor: Un policía asesinado: Patrullero David Fabián Rodríguez Navarro, cuyo único delito fue servir a su país. Cuatro uniformados heridos: Tres patrulleros y un suboficial, cuyas vidas quedaron marcadas por el horror
Daños psicológicos irreparables: Población civil condenada a vivir con el trauma de la violencia
Destrucción Material y Social
Los ataques causaron daños estructurales devastadores en varias estaciones de policía, particularmente en la subestación de El Carmelo donde explosivos convirtieron las instalaciones en escombros. La vía Panamericana permaneció cerrada durante horas interminables, estrangulando la economía de una región que sólo quiere trabajar en paz.
Impacto Económico y Social Devastador
El confinamiento forzado de la población civil y el cierre de vías afectaron actividades económicas vitales para la supervivencia de la región:
Comercialización de productos agrícolas: Imposibilitada por el bloqueo de vías
Movilidad laboral: Trabajadores impedidos de ganar el sustento diario
Educación interrumpida: Generaciones futuras condenadas al miedo
Respuesta Estatal: Entre la Furia y la Impotencia
Operativos que Llegan Tarde
Las fuerzas militares y de policía desplegaron operativos de contingencia para auxiliar a los uniformados bajo ataque, pero llegaron tarde, siempre tarde. Se reportaron demoras intolerables en la llegada de refuerzos, particularmente en zonas rurales abandonadas históricamente por el Estado, lo que generó rabia entre los afectados.
El Ministerio de Defensa y la Policía Nacional condenaron los ataques con palabras que suenan huecas frente al dolor de las víctimas. «No descansaremos hasta llevar ante la justicia a los cobardes que atacan a nuestra fuerza pública», declaró el ministro de Defensa, mientras las comunidades se preguntan cuándo llegará esa justicia prometida.
Desafíos que Parecen Insuperables
La respuesta estatal enfrenta desafíos que duelen:
Factores geográficos: Terreno que se convierte en cómplice de los violentos
Inteligencia limitada: Incapacidad para penetrar estructuras criminales bien organizadas
Recursos insuficientes: Abandono histórico que se paga con sangre
Contexto Nacional: Colombia Sigue Sangrando
Recrudecimiento de la Pesadilla
Los ataques en el Cauca ocurren en un contexto nacional donde la violencia armada sigue desgarrando el país. Según reportes de organizaciones de derechos humanos, Colombia enfrenta una de sus peores crisis de seguridad en años recientes, con comunidades enteras viviendo en pesadilla constante.
La región del Catatumbo, particularmente, ha experimentado una emergencia humanitaria que clama al cielo con más de 65.000 desplazados y 12.900 confinados solo entre enero y abril de 2025. Esta crisis humanitaria refleja la profundidad del abismo en el que sigue sumido el país.
Fractura de los Sueños de Paz
La ofensiva del EMC en el Cauca también se enmarca en la fractura de los procesos de paz que prometieron un futuro mejor. Las negociaciones con el ELN han naufragado en dos ocasiones por enfrentamientos violentos, mientras que la implementación del acuerdo con las FARC originales enfrenta obstáculos que parecen insuperables.
Analistas políticos señalan que la estrategia de «paz total» enfrenta muros de realidad derivados de la fragmentación de los grupos armados, la debilidad institucional en territorios olvidados y la persistencia de economías de muerte que financian la violencia.
El Futuro: Entre la Esperanza y la Desesperación
Refuerzo que No Llega
Expertos en seguridad coinciden en que la solución de largo plazo requiere un refuerzo real de la presencia estatal en territorios que el Estado abandonó hace décadas. Esto incluye no sólo presencia militar sino también inversión social, programas de desarrollo económico alternativo y justicia que llegue para quedarse.
Cooperación Internacional Urgente
La complejidad del conflicto colombiano exige cooperación internacional real para abordar dimensiones transnacionales como el tráfico de drogas, lavado de activos y flujo de armas. La comunidad internacional no puede seguir viendo cómo Colombia se desangra sin actuar.
Protección que Salve Vidas
Las comunidades étnicas y campesinas continúan siendo carne de cañón del conflicto armado. La implementación de medidas de protección efectivas, con enfoque diferencial y territorial, resulta esencial para prevenir que sigan muriendo inocentes.
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Conclusión: El Grito del Cauca que Nadie Escucha
Los ataques del 14 de septiembre en el Cauca son un grito desgarrador de una región que sigue muriendo en vida mientras el país mira hacia otro lado. La capacidad de las disidencias de las FARC para coordinar ofensivas simultáneas evidencia la profundidad del abandono estatal en territorios que claman por paz.
La población civil, atrapada una vez más en el fuego cruzado, exige soluciones reales que pongan fin a una violencia que ya debería ser historia. Mientras el país se aproxima a elecciones presidenciales en 2026, la seguridad se consolida como la principal vergüenza nacional y el mayor fracaso colectivo.
El camino hacia la paz exige no sólo discursos sino acciones concretas, recursos reales y, sobre todo, un compromiso verdadero con las comunidades que han dado todo y recibido nada. La memoria del patrullero David Fabián Rodríguez Navarro y de todas las víctimas de este conflicto interminable clama por un esfuerzo nacional que devuelva la esperanza a quienes sólo conocen el miedo.
e.KarrilloP
Noticolombia.net