
Villavicencio ciudad
Una ciudad moderna sin agua en pleno siglo XXI
Villavicencio, capital del Meta y hogar de más de 550.000 habitantes, enfrenta desde mayo de 2025 una emergencia hídrica que amenaza la vida de sus ciudadanos.
Lo que empezó como una contingencia por turbiedad en la bocatoma de Quebrada La Honda se ha convertido en una crisis prolongada, sin fecha clara de solución.
Mientras tanto, familias enteras deben sobrevivir con racionamientos extremos y abastecimientos improvisados. La ciudad, motor económico de los Llanos Orientales, hoy vive como si no tuviera acueducto.
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Los más afectados son los habitantes de Centauros Amarillo, La Alborada, Torres de Salerno, Altamira y Gratamira, entre otros conjuntos residenciales de alta densidad poblacional.
Allí conviven miles de personas, muchas de ellas adultos mayores y niños que requieren cuidados especiales. Sin agua, su salud está en riesgo constante.
No se trata solo de incomodidad. Es la imposibilidad de cocinar, bañarse, limpiar los baños y mantener la higiene mínima en hogares que reúnen centenares de familias.
Carrotanques insuficientes, horarios inhumanos
La respuesta oficial se ha limitado a carrotanques y racionamientos de agua durante cortos lapsos del día. En algunos sectores llega una hora en la madrugada.
En otros casos, apenas reciben agua una hora en la noche, sin saber si al día siguiente habrá suministro. Y, cada vez con más frecuencia, los carrotanques ni siquiera llegan.
Es inaceptable que una ciudad de esta magnitud viva con semejante incertidumbre. El agua es un derecho fundamental, no un privilegio condicionado al azar de un carrotanque.
Riesgo real de epidemias
La falta de agua compromete el aseo personal, la limpieza de los sanitarios y la preparación segura de alimentos. La consecuencia inmediata es un riesgo de infecciones masivas.
La OMS advierte que la falta de agua potable facilita la propagación de diarreas, enfermedades intestinales, infecciones cutáneas y respiratorias. Los adultos mayores y los niños son los más vulnerables.
Hoy, en Villavicencio, miles de familias no pueden garantizar condiciones mínimas de higiene. No es exagerado afirmar que, sin medidas urgentes, la ciudad podría enfrentar una emergencia sanitaria.
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Una infraestructura débil y olvidada
El problema no es nuevo. Villavicencio depende de un sistema de acueducto por gravedad que falla cada vez que hay turbiedad en la fuente. No existen reservorios adecuados.
En 2016 se estimaba que reforzar la línea principal y estaciones alternas costaría casi 30.000 millones de pesos. En 2019 se anunció un convenio de 15.990 millones para una bocatoma en Quebrada Blanca.
En 2024 la EAAV destinó 11.000 millones para una consultoría que defina la nueva bocatoma. En abril de 2025, la Alcaldía y Gobernación firmaron un memorando para usar regalías en la ampliación del sistema.
Pero lo cierto es que, en septiembre de 2025, Villavicencio sigue dependiendo de un sistema precario, sin reservas estratégicas, sin obras concluidas y con soluciones apenas en papel.
Presupuestos y promesas incumplidas
La pregunta de la ciudadanía es clara: ¿qué ha pasado con los presupuestos asignados en años anteriores? ¿Dónde están las obras prometidas?
Miles de millones se han anunciado en convenios y consultorías. Sin embargo, en la práctica, los villavicenses siguen almacenando agua en baldes durante la madrugada.
No es justo que una capital departamental, con acceso a regalías y apoyo del gobierno nacional, viva en condiciones de precariedad hídrica dignas de otro siglo.
Viceministerio de Aguas
Villavicencio y el Meta: un asunto nacional
La crisis del agua no afecta solo a una ciudad. Villavicencio es el corazón de los Llanos Orientales y la puerta de entrada a la región.
El Meta es potencia agrícola y ganadera. Desde aquí se abastece a gran parte del país. Una ciudad sin agua compromete la salud, la economía y el abastecimiento nacional.
Además, se suma el problema de la Vía al Llano, que conecta a Villavicencio con Bogotá. Cada cierre de la carretera genera pérdidas diarias de hasta 20.000 millones de pesos.
La convergencia de dos crisis —agua y transporte— golpea no solo a los villavicenses, sino a la economía nacional. Colombia no puede ignorar lo que aquí ocurre.
Paciencia ciudadana al límite
La gente de Villavicencio ha mostrado paciencia durante meses. Pero esa paciencia se agota. Es indignante que, después de cuatro meses de emergencia, no haya soluciones definitivas.
El suministro por carrotanques y los racionamientos son parches temporales. No resuelven la raíz del problema. La ciudadanía exige acciones concretas y obras reales.
El agua no puede seguir siendo un anuncio. El agua es vida. Y la vida de más de medio millón de personas hoy está en riesgo.
Exigencias urgentes a las autoridades. Ante esta situación, el llamado es directo y respetuoso, pero contundente.
Al alcalde de Villavicencio:
Asuma liderazgo real, dé la cara a la ciudadanía, publique cronogramas claros y exija a la EAAV resultados inmediatos.
Al gobernador del Meta:
Declare la emergencia sanitaria en coordinación con el Ministerio de Salud y el Ministerio de Vivienda. Active recursos extraordinarios y garantice carrotanques suficientes.
Al Gobierno Nacional:
Intervenga de manera prioritaria. Libere fondos de regalías, active proyectos de emergencia y garantice el inicio inmediato de obras estructurales para un acueducto moderno.
A la Empresa de Acueducto y Alcantarillado:
Sea transparente. Informe diariamente qué sectores reciben agua, dónde llegarán los carrotanques y cómo avanzan las obras. La comunidad merece claridad y respeto.
Soluciones inmediatas y de largo plazo
La emergencia exige dos niveles de acción:
- Medidas inmediatas:
- Distribución diaria de agua por carrotanques con rutas fijas.
- Instalación de tanques temporales en hospitales, colegios y conjuntos residenciales.
- Brigadas de salud pública para prevenir brotes infecciosos.
- Soluciones estructurales:
- Construcción de reservorios estratégicos para garantizar continuidad del servicio.
- Finalización del proyecto de nueva bocatoma y refuerzo de la línea de aducción.
- Plan integral de acueducto acorde al crecimiento urbano de Villavicencio.
Conclusión: el agua no da espera
Villavicencio se ahoga en sed. La ciudad que conecta a los Llanos con el centro del país, que abastece a millones con su producción agrícola, no puede seguir sin agua.
Señor alcalde, señor gobernador, señor presidente: ¿cuántos días más sin agua deben resistir los villavicenses? ¿Esperarán a que una epidemia confirme lo que ya es evidente?
El agua es un derecho, no un favor. Y hoy, en Villavicencio, ese derecho está siendo vulnerado. Las soluciones no pueden esperar más. Porque aquí, literalmente, hay vidas en juego.